lunes, 24 de mayo de 2010

Experimentación en animales.

Como siempre, el que algo pueda ser útil para unos determinados propósitos, no necesariamente implica que aquello sea justo o éticamente correcto. Este es el caso del uso cruel que se hace de los animales en aras de un supuesto avance tecnológico y científico de nuestra civilización principalmente en los campos de la industria, la docencia y la investigación.
En el área de la industria se hacen reiteradas pruebas con animales para evaluar la composición de los productos que saldrán al mercado, especialmente en los rubros de cosméticos, artículos de limpieza y cigarrillos. Cuando se hace referencia a la problemática en cuanto a la docencia, se debe básicamente a lo que se realiza en las universidades, en cuanto a la vivisección de algunas especies para "conocer" su funcionamiento biológico interno, y a los tests psicológicos en que los animales son enloquecidos al ser expuestos al hambre, a los electroshocks, etc. Por otro lado, la parte de la investigación viene dada por la inoculación de determinadas sustancias en estos seres para obtener fórmulas para los nuevos medicamentos, que servirán para aumentar el "bienestar" humano.
Anualmente, son millones los animales sometidos, en vivo, a todo tipo de pruebas para productos cosméticos, de higiene personal y de limpieza.

Se obliga a conejos, cobayas, ratas y ratones, a ingerir sustancias diversas, o se les aplican compuestos potencialmente irritantes o corrosivos en la piel y en los ojos para ver qué pasa. Tras el tormento, son sacrificados o reutilizados.


A pesar de que el número de animales usados para este tipo de pruebas ha disminuido respecto a años anteriores, se siguen repitiendo los mismos tests obsoletos, en el mismo tipo de animales, año tras año, a pesar de que los resultados que se derivan no se utilizan para salvaguardar la salud humana sino para determinar supuestos niveles de toxicidad de manera poco precisa y no extrapolable. Además, existen métodos alternativos al uso de animales, incluso más rentables económicamente.

Existen distintas pruebas, algunas de ellas particularmente crueles y dolorosas que, año tras año, se vienen repitiendo de forma innecesaria e inmisericorde. De entre ellas, podemos destacar, por su especial dureza y repetición, la Dosis Letal 50 (DL50) y el Test de Draize.


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